martes, 22 de marzo de 2016

Publicada la cuarta edición del tratado de Catastro Inmobiliario, del profesor Manuel Alcázar.

Como señala el propio autor en el proemio de la obra, “Conocer el más móvil de los registros inmobiliarios, el más holístico, el de mayor diversidad de modelos implementados, no es fácil”. Estoy tan de acuerdo con esta afirmación que por eso valoro especialmente el esfuerzo que muy pocos especialistas hacen, tanto en España como en Latinoamérica, para sistematizar en un solo texto buena parte del conocimiento multidisciplinar que se agrupa en torno al concepto de catastro inmobiliario.

Manuel Alcázar, profesor de la Universidad de Jaén y sobradamente conocido en el ámbito latinoamericano tanto por el Master internacional que anualmente convoca dicha Universidad, como por su trabajo de consultoría en numerosos países, no sólo se ha atrevido a asumir este compromiso, sino que se ha impuesto la obligación de mantener actualizada su labor, gracias a lo cual ya tenemos en nuestras manos la cuarta edición de su “Catastro Inmobiliario”, sin duda un auténtico tratado de la especialidad.

Podríamos destacar varias cualidades de este texto, pero desde mi punto de vista, la más significativa se centra en la visión del autor a la hora de abordar el tema catastral, integrando todas sus facetas.

A destacar especialmente su análisis de los procedimientos de valoración catastral, tanto urbana como rústica, área donde son muy escasas las buenas publicaciones sobre una especialización que está poco trabajada por los autores hispanoamericanos. Es significativo comprobar la abundancia de textos sobre valoración inmobiliaria y valoración catastral que se encuentran en la literatura anglosajona y europea en general, frente al reducido número existente en los países latinoamericanos, ello a pesar de que el impuesto predial, o el Impuesto sobre Bienes Inmuebles, es una figura más que relevante en muchos de nuestros países.


Enhorabuena al autor por la publicación, y a todos los catastreros por poder disponer de ella.


miércoles, 2 de marzo de 2016

“Catastros fallidos” y BitLand: ¿se resolverá con tecnología lo que no se ha logrado construir institucionalmente?.

Cada vez con más frecuencia vemos en los medios de comunicación la expresión “Estado fallido”, con la que se describen aquellas naciones que se muestran incapaces de dotarse de los recursos necesarios para gobernar eficazmente. Para que se pueda hablar de “Estado fallido” hacen falta dos componentes: la existencia formal de un Estado y su ineficacia efectiva, es decir, su incapacidad para prestar los servicios y suministrar los bienes que se esperan de un Estado. Empezando por la seguridad de sus ciudadanos.

Haciendo un ejercicio de aproximación, algo parecido ocurre con algunos catastros latinoamericanos. Existen institucionalmente, -incluso desde hace decenas de años-, cuentan con recursos,- inmuebles, personal, equipamiento, etc.-, pero en la práctica no son capaces de prestar los servicios básicos que se esperan de una organización catastral. En alguno de estos casos, podríamos hablar también de “Catastros fallidos”.

No vamos a alargarnos en describir las causas que llevan a la situación de “Catastro fallido”. Las suelo incluir todas ellas dentro de la expresión “debilidad institucional”, concepto que incluye elementos tales como la falta continuada de apoyo político, la ausencia de personal profesionalizado y estable, la inexistencia de estrategia institucional, la carencia de controles efectivos internos y externos, etc.

Desde hace años y en distintos foros he venido repitiendo que las causas que están impidiendo el desarrollo de muchos catastros en Latinoamérica no hay que buscarlas ni en la ausencia de tecnología ni en la falta de capacitación de los recursos humanos, sino en esta “debilidad institucional” que impide que puedan desarrollarse.

En este escenario ha surgido en Honduras, donde la existencia de “Catastros fallidos” es un hecho, un proyecto sugerente: la creación de un procedimiento para registrar títulos de propiedad e integrar descripciones gráficas de las propiedades, aunque no exista un Catastro o un Registro de la Propiedad operando adecuadamente. El proceso, denominado BitLand,  comienza cuando el ciudadano registra el título y el plano catastral en internet, y esta información queda cifrada y encriptada en la web de forma accesible. A partir de ahí, cualquier cambio en la información registrada es trazado de manera similar a como se hace con BitCoin, la moneda virtual e intangible cuyas características básicas son las siguientes:
Está descentralizada: no es controlada por ningún Estado o banco, sino que la propia red la gestiona de forma descentralizada y siempre en función de la demanda real.
Es imposible su falsificación o duplicación gracias a un sofisticado sistema criptográfico que protege a los usuarios, al tiempo que simplifica las transacciones.
No hay intermediarios: Las transacciones se hacen directamente de persona a persona, permitiendo transacciones casi instantáneas, con unos costes muy bajos de procesamiento.
Las transacciones son irreversibles: Una vez realizado un pago, no se puede anular.


No deseo meterme en descripciones técnicas excesivas. Hay mucha información en la web para quien esté interesado. Pero sí me interesa formular una pregunta: ¿es BitLand la solución que puede poner fin a los “Catastros fallidos”?.

Los responsables del proyecto en Honduras ven considerables ventajas en usar esta tecnología, que aumenta la transparencia en una transacción inmobiliaria y acaba con la ineficiencia y la corrupción existente en sus instituciones catastrales y registrales tradicionales. Como señala un funcionario hondureño, “en el pasado, Honduras ha tenido problemas con el fraude de títulos de propiedad. La base de datos fue básicamente hackeada. Los burócratas podían entrar allí y podían conseguir ellos mismos propiedades frente a la playa.

De esta forma resuelven estos déficits institucionales históricos, que durante décadas han impedido la implantación de sistemas catastrales y registrales eficientes, dando lugar a los actuales “catastros fallidos”.

BitLand reconoce la necesidad de que esta iniciativa tenga un encaje legal e institucional, por lo que busca la colaboración de las autoridades responsables de estas funciones. El mensaje no puede ser más positivo: “BitLand ayudará a fomentar la paz en las comunidades en muchos entornos de mercados emergentes, a través de la resolución de una manera pacífica de disputas por la tierra, y ayudará a movilizar la riqueza a través del aseguramiento de los derechos de propiedad (inscribiendo contratos privados en forma pública, y protegiéndolos mediante tecnologías de encriptación potentes)”.

Sin embargo, me queda una duda por resolver: ¿cuál será el papel de las instituciones catastrales hondureñas en este nuevo escenario?.

Puedes ver más información sobre este proyecto en 
http://in.reuters.com/article/usa-honduras-technology-idINKBN0O01V720150515

BitLand tiene su sitio en la web:
http://www.bitland.world